Desde hace días los habitantes de La Cepeda y el Órbigo observamos, unos preocupados y otros menos, como proliferan señales de humo a nuestro alrededor. Es frecuente ver indicios de incendios y hasta intervención de medios aéreos para apagar fuegos en una época poco propicia a este tipo de atentados medioambientales.
En los periódicos leemos las mismas crónicas de otros lugares cercanos, Truchillas, la Vega del Torío, etc.
En su mayor parte el inicio de estos incendios de invierno está en la quema de rastrojos, de cunetas, de tierras en fuelga, que es como llamamos aquí al barbecho o directamente al abandono, que frecuentemente se extiende al monte y afecta áreas mayores de las inicialmente “previstas”.
La dinámica es habitualmente la misma, se espera a horas de poco transito y se usa la técnica de “prender y marchare”. Las quemas no están autorizadas y por tanto acaban descontroladas en algunos casos. El paisanaje mira el humo y raramente toma medidas para apagarlo, es según ellos una operación de “limpieza”.
Este tipo de comportamiento por tiene distintas respuestas a nivel social e institucional:
- Unos, los “etnógrafos buerrollistas”, lo disculpan alegando desconocimiento, tradición y falta de mala fe. Tradicionalmente el monte ha estorbado, se ha valorado ínfimamente como medio natural y solo sirve para su explotación directa.
- Los sindicatos agrarios lo justifican y, a veces, sin pretenderlo lo alientan. Solo hay que leer y oír a los responsables de COAG y UPA culpar a las autoridades de otra “posible” `plaga de topillo por no haber autorizado hace tiempo la quema de cunetas, ribazos, riberas y demás. Esto tras un verano seco y un otoño no muy húmedo. Esta es la mentalidad de los agricultores con que nos toca convivir y subvencionar en el siglo XXI.
- Las autoridades de la comunidad y subdelegaciones de gobierno no le dan demasiada importancia, con lo que la Guardia Civil raramente inicia pesquisas firmes para encontrar a los autores de tanta hoguera incontrolada.
- Y las autoridades municipales ni están ni se les espera.
En las imágenes diversos pequeños incendios en Cogorderos, Fontoria, El castro de Revilla, etc. este mes de febrero.
Los topillos están bajo tierra y no se ven afectados. Pero si el fuego se extiende al monte quema nidos de rapaces y afecta a otros depredadores naturales de las plagas: raposo, garduña, incluso cigüeñas y otros.
Por otra parte se destruyen hábitats enteros de aves que nidifican en cunetas, riberas y sebes. Y se acaba con especies vegetales tan nuestras como salgueros, humeros, negrillos, zarzamoras y espinos albares.
Parece que en este mundo todo cambia muy rápidamente, excepto la mentalidad de algunos que sigue viviendo en la Edad Media.
Yo, recomiendo a los sindicatos agrarios que se gasten el dinero en formar a sus asociados y allegados del valor de nuestro patrimonio natural. Y a quienes no estén de acuerdo con estas prácticas poner en conocimiento de las autoridades a sus autores, si puede ser apoyados por imágenes o vídeos, por si acaso.
Tenemos una tierra rica en especies animales y vegetales. Debemos defenderla de intereses egoístas, personales y “ombliguistas”.
Saludos.
En la próxima entrada "En La cepeda casi no quedan nidos de cigüeña común en las espadañas: Derriban 2 nidos de cigüeña en Cogorderos".
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